jueves, 28 de octubre de 2010

La ciudad más amable del mundo



El día en que todos fueron amables conmigo empezó muy temprano. Me desperté como a las 6 porque no me acostumbro aún al horario y me conecté a ver si había alguien de Buenos Aires para hablar. Me encontré con una muy linda sorpresita (te quiero mucho nene!) y con la noticia de que el ex-presidente N. Kirchner había muerto repentinamente justo el día del censo.

Salimos a comprar los benditos celulares a Vodafone con nuestra nueva amiga de Rep. Checa Lenka. El muchacho que atendía en el negocio me preguntó si era mexicana, le dije que soy argentina, y se disculpó unas 3 veces por la confusión. Antes de firmar el contrato me dijo que me agregaba 60 minutos libres al plan por el mismo precio (amabilidad nº1).

Luego de esto terminamos de llenar los formularios del IRD
(que vendría a ser como el cuil de acá, pero además de identificarte como trabajador, te categoriza para poder pagar los aportes e impuestos) y fuimos a la oficina de correo para poder enviarlas. Bueno, no iba a ser todo tan fácil. Como acá en Nueva Zelanda necesitan 2 documentos para probar todo, necesitaban algún documento que probara que soy mayor de 18 años que no fuera mi pasaporte. Y como no tengo licencia de conducir, tengo que sacar una tarjeta que se llama +18 card, para la cual necesitaba: llenar un formulario que debería ser firmado y sellado por una autoridad competente (como la policía), sacarme una foto tamaño pasaporte, comprobar la dirección donde estoy residiendo, y tener $20 kiwis. Claro que en el medio picó el bagre y fuimos al hostel a almorzar. Después de almorzar comenzamos la búsqueda del tesoro.

Primero pasamos por un negocio de fotos, atendido por el que yo bauticé como "el taiwanés más buena onda del mundo". No solo sonreía por todo, sino que sabía algunas palabras en castellano, y nos mostró los clasificados donde había un aviso para trabajar en un viñedo (amabilidad nº2). Groso el taiwanés más buena onda del mundo.

Segundo paso: fuimos a la comisaría a que nos firmara una autoridad competente el formulario de la +18 card. La oficial sonreía, nos trató bien, nos preguntó de dónde éramos (amabilidad nº3). Igualito a Argentina.

Después fuimos a la oficina de correo por segunda vez y le entregamos el formulario a la señora que yo bauticé "la señora más copada del universo". No solo tuvo una sonrisa todo el tiempo que estuvimos en frente de ella, además hacía chistes, se reía de los míos y nos explicó las cosas con una paciencia que no todos tienen (amabilidad nº3). Casi casi como una empleada pública de Argentina (creo que cuando iba a hacer trámites a la UBA me ib
a un poco mejor...)

Una vez ingresado el sobre con el formulario en el buzón nos quedaba bastante tiempo antes de que cerraran los negocios, con lo cual fuimos en búsqueda de mi nueva computadora. Pero eso lo dejo para la próxima entrada así no me quedo sin anécdotas.





Hasta las cajas te sonríen acá







La foto es de la oficina de correo. Es una tarjeta de regalo para mi prima!

Besos a todos y hasta la próxima

2 comentarios:

madu dijo...

Cuanta copadéz!! me alegro mucho :) (al final mi abuela tenía razón con lo que escuchó de que allá son muy amables y educados).
Vamos por más anégdotas grosas!
PD: el muchacho de Vodafone pedidor de perdones debe ser algún pariente lejano mío ajaaj

marc dijo...

jeje... Que bonita lectura! Abrazos!